2008/06/22

SOLARIS (deTarkovski)



SOLARIS (1972, De Andrei Tarkovski)

Solaris es un planeta desconocido pero vivo, tan vivo como los hombres y sus sueños. Esta película, genialidad del gran cineasta ruso Tarkovski está basada en la novela del polaco Stanislaw Lem del mismo título.

Solaris es una obra, tanto el libro como el film, que irradia gran vitalidad y una dolorosa lucha del individuo consigo mismo. Es una instrospección muy distinta pero a la vez me recuerda cierta semejanza a la que sufre el protagonista de "El Corazón de las Tinieblas" de Joseph Conrad, un más allá dentro de nosotros mismos y de lo meramente corpóreo.

Película que podéis apreciar lenta, pausada, con un derroche de lucha interna de cada personaje obliga a disfrutar el cine en cada escena de Tarkovski. Porque Tarkovski hay que verlo como al cine de Kurosawa, con una predisposión al disfrute visual de cada plano y cada sonido; hay que ver este cine con la esencia de que cada plano detenido es una fotografía del interior del indivíduo. Una obra de ciencia ficción que desde los primeros minutos en la tierra salta a la estación espacial que vigila un planeta, una estación espacial donde los personajes viven experiencias tan intensas que suponen (casi como diría Nietzsche y parafraseando la idea de 2001) el renacer del hombre; experiencias llenas de ilusiones, miedos, sueños y sentimientos, en las ignotas tierras del alma humana podemos ver deslizarse lo que Poe vislumbraba en esas noches ebrias de genialidad que dieron lugar...

No hace mucho, se hizo un remake (una nueva versión) de esta obra; su director y actor principal George Clooney de la que puedo reconocer una gran valentía en realizar una adaptación muy similar a la original y con el riesgo (como así ocurrió) de un fracaso comercial, si bien es cierto es imposible imitar o superar el genio de Tarkovski en este tipo de obras. Además, si uno ve está película después de tener reciente la versión clásica puede apreciar claramente que Cloney ha visualizado una y otra vez la interpretación del personaje y actúa como una réplica de la original, cosa que no aporta nada.

Un buen regalo y una buena recomendación: tanto el libro como la película (la de Tarkovski claro) de Solaris; acompañar de una buena ración de soledad y suficientes ganas de contemplar la esencia de la naturaleza humana.

Un mundo dividido

Patria, nación, colores y banderas. El origen pluricelular determina los aires de nuestra grandeza y olvidamos que la pequeña burbuja que flota por el sistema solar no es más que polvo cósmico en el océano del tiempo.

Agitan banderas y nos ergimos con una defensa feroz, asiendo con vehemencia las palabras de nuestros himnos. Dividiéndonos seguimos haciéndonos grandes a costa de los pequeños; la justicia y la igualdad sólo pertenecen al terreno de los que tienen, de los civilizados, los mismos que pueden comprar coches, ir a la moda, elegir su residencia de verano y fabricar bombas nucleares.

Aún tenemos uniformes debajo de nuestros trajes y vestidos, nos distinguimos por nuestros colores para que no nos confundan con aquellos otros, sí los que viven al otro lado del río, de la montaña o a partir de aquella piedra.

Sin el miedo a la muerte no podemos ser héroes, pero sin el miedo a nosotros nunca podremos llegar a ser Dioses.